¿SE PUEDE SUBIR LA CONCIENCIA A LA NUBE? LA NEUROCIENCIA RESPONDE HASTA DONDE PUEDE
- Publicado, viernes, 04 de abril de 2025 --
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La idea de conectar el cerebro humano a la nube ya no pertenece solo al terreno de la ciencia ficción. Empresas como Neuralink, proyectos científicos en Europa y hasta discusiones filosóficas en universidades de todo el mundo vienen abordando esta pregunta que, por ahora, no tiene una respuesta definitiva: si lográramos digitalizar el cerebro, ¿podríamos conservar la conciencia?
Para entender el debate, hay que diferenciar dos conceptos. Por un lado, están las interfaces cerebro-computadora, que ya existen en fase experimental: chips que permiten mover objetos con la mente o escribir sin manos, como los desarrollados por Neuralink. Por otro, está la idea más radical de un "upload" de la mente, que implica copiar absolutamente toda la información neuronal del cerebro y recrearla en un entorno digital. Allí es donde aparece la gran incógnita: ¿seguiríamos siendo nosotros?
La neurociencia moderna entiende la conciencia como la capacidad de tener una experiencia subjetiva, de ser consciente de uno mismo y del entorno. Esta surge de la actividad coordinada de redes neuronales distribuidas, especialmente en la corteza cerebral, aunque también intervienen el tálamo y el tronco encefálico. Sin embargo, no hay un lugar exacto en el cerebro donde "habite" la conciencia, y eso hace más difícil su eventual traslado.
Replicar esta actividad en la nube implicaría un desafío monumental: mapear 86 mil millones de neuronas, más de 100 billones de conexiones sinápticas, registrar su estado electroquímico en tiempo real y simular cómo cambian con la experiencia. Esta emulación total del cerebro (conocida como whole brain emulation) es, hoy, una posibilidad técnica aún lejana. El proyecto más avanzado, el Human Brain Project de la Unión Europea, apenas logró modelar pequeñas redes neuronales.
Incluso si algún día se lograra copiar esa arquitectura, no está claro que emergería una conciencia. Algunas teorías, como la del neurocientífico Giulio Tononi (Teoría de la Información Integrada), sostienen que la conciencia surge de la forma en que la información se organiza dentro de un sistema físico. Otros, como Christof Koch, creen que sí se podría generar una conciencia artificial si se reproduce ese tipo de organización.
¿Dónde estamos hoy? Podemos leer señales simples del cerebro y provocar ciertas sensaciones estimulando zonas específicas, pero no podemos copiar ni restaurar la conciencia en otro soporte. No existen técnicas para extraer lo que nos hace ser quienes somos.
En resumen, la neurociencia aún no puede responder si la conciencia puede sobrevivir a una transferencia digital, pero el solo hecho de formular la pregunta nos empuja a redefinir qué somos, qué es estar vivos y qué papel jugará la tecnología en el futuro de la mente humana.